viernes, 31 de julio de 2009

Ya estoy aquíiiiiiiiiii!!!

Saludos a todos, tengo una noticia que daros: ¡He vuelto! Sí, después de este largo silencio desde hace más de dos meses, he decidido volver a publicar. Y es que todo tiene una explicación, por lo que conviene empezar por el principio.

Tras acabar la LEB ORO, con más pena que gloria para los equipos gallegos me dedique en cuerpo y alma a estudiar para los exámenes finales. Todo se resolvió de manera positiva pero dos días después de acabar, un avión me trasladaba a la otra orilla del océano, en concreto a Toronto, donde pasaría las tres siguientes semanas.
Lo cierto es que el viaje a Canadá superó todas mis expectativas desde el comienzo. Tuve mucha suerte, ya desde el vuelo de ida. Mi casa se encontraba a unos 14 kilómetros del centro hacia el norte y los 50 minutos de desplazamientos diarios en buses y metros no me los sacaba nadie si quería llegar a mi academia de inglés situada en el barrio gay del Downtown de Toronto. Allí más de 400 estudiantes de casi 30 países compartíamos lecciones dadas magistralmente por profesores de sobra preparados, cercanos y divertidos que hacían las mañanas de 6 de la mañana a 2 de la tarde, demasiado cortas.

Las tardes las teníamos totalmente libres para llenarlas de planes, aunque las actividades optativas que la escuela ofrecía, como partidos de football, baseball, excursiones, fiestas, cruceros etc. dificultaban gratamente la libre elección. Visitamos todos los monumentos los barrios y las diferentes curiosidades que la tercera ciudad en extensión de Norteamérica nos ofrecía, pero si hay algo que nos sorprendió a todos fue el carácter, la amabilidad, la cortesía y atención de los “torontonians” sin distinción alguna de edad, sexo o raza, en la que es la ciudad más multicultural del mundo.
A parte de la gran ciudad, visitas al sur, a las impresionantes cataratas del Niágara, que quizás por ser piscis, podría pasar toda una vida contemplándolas, la antigua capital de Canadá Niagara-On-The-Lake o al norte, al Canadá Francés, territorio completamente diferente a Toronto y al sur, pues Quebec recuerda mucho más a un pueblecito europeo, con terrazas y casitas coloreadas que a una gran ciudad del Nuevo Mundo sin contar con la cuestión idiomática, pues el bilingüismo es utópico, en el sur se habla inglés y en Quebec francés, pero nadie domina las dos lenguas. Sting y el Circo del Sol fueron los dos grandes regalos de esta pequeña ciudad. Montreal, es también curiosa, mezcla de ambas tendencias, de iglesias y nueva arquitectura y con un emplazamiento más que especial, para acabar con la capital, Ottawa, ciudad administrativa e institucional sin mucho más que ver que los edificios gubernamentales.

No os quiero aburrir con mis viajes e historias, por lo que rápidamente acabo, dando las gracias desde aquí a todos los que me permitieron hacer este viaje y a los que, una vez allí lo hicieron inolvidable. Eso sí, si alguno de vosotros tenéis interés u os apetece hablar sobre el tema ( ya sabéis que a me encanta hablar…. demasiado) tenéis mi contacto.